jueves, 9 de agosto de 2007

EL NUEVO COLONIALISMO ESPAÑOL: MULTINACIONALES ESPAÑOLAS CONTINÚAN DESPOJO

La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta. Pasaron los siglos y América Latina perfeccionó sus funciones...”

Así comienza el libro de Eduardo Galeano, ‘Las venas abiertas de América Latina’ escrito en 1970. Treinta y cinco años mas tarde nada dice que haya cambiado, es mas, las cosas, sin duda, han empeorado. Tan solo un pequeño cambio: la identidad de las sanguijuelas. Las funciones perfeccionadas a las que se refiere el autor hablan de cómo con el capitalismo fueron las grandes corporaciones norteamericanas las que entraron a saco en el sur del continente y comenzaron el despojo de recursos naturales y humanos. Pero ya a finales del siglo pasado, como el asesino que vuelve al lugar del crimen, las empresas españolas fijaron su vista en las nuevas posibilidades del Nuevo Mundo y como aves de rapiña se lanzaron a repartirse los despojos. La clase política sudamericana los recibió como los salvadores de la codicia de sus vecinos del norte porque se trataba de empresas procedentes de la Madre patria. Pero para el capitalismo no hay familia que valga. Ni patria que se le ponga por delante.

Las grandes empresas multinacionales españolas nacieron en la década de los ochenta, en una ola de crisis del capitalismo mundial y en un marco de apertura de la economía española al calor de la integración en la Unión Europea. Para ser admitida en su seno, España tuvo que aceptar el desmantelamiento de su tejido industrial y la coordinación de su política agraria con la del resto de países asociados. A cambio comenzó a recibir los fondos estructurales orientados a financiar la transición hacia una estructura económica basada en la oferta de bienes de consumo y servicios. Pero en esta lucha por los mercados se encontró con sus socios europeos y la inversión se antojó necesaria dirigirla hacia América Latina. Se trataba de una inversión necesaria para acumular unos capitales que, en ese marco de competencia, era complicado importar desde Europa o incluso crear en la propia España. El gobierno español jugó un papel protagonista al establecer un marco legal liberalizador que consistió en la reducción de requisitos legales para los flujos de capitales salientes, la disposición de fondos públicos para apoyar las inversiones, la creación de seguros y la firma de acuerdos bilaterales y multilatelares para protegerlas.

Las multinacionales españolas, a remolque de los cambios estructurales apoyados por el Banco Mundial y el FMI, acapararon en esos años parte el patrimonio y los servicios públicos latinoamericanos, rematados a precios de saldo. Los años 90 se caracterizaron por la ofensiva desnacionalizadora que pretendía reducir la deuda externa a base de privatizaciones y exportaciones mientras se minimizaba el gasto social. Esto fue aprovechado por las compañías españolas en expansión que necesitaban nuevos mercados y legislaciones mas blandas para conseguir beneficios jamás vistos. Vendidos los recursos nacionales la ofensiva apuntó al sector servicios donde las necesidades básicas de millones de personas quedaron atrapadas en los monopolios españoles.

Los datos así lo demuestran. Las empresas multinacionales españolas invirtieron en los años 90 alrededor de 40.000 millones de dólares en la compra de bancos, telecomunicaciones, energía y otros sectores estratégicos de Latinoamérica. Pero lo que debería ser un factor creador de empleo y riqueza, tal y como se defiende desde el mundo empresarial, no ha sido mas que una nueva invasión colonial al perseguir solo el máximo beneficio en el menor tiempo posible. Es decir, su único objetivo ha sido el abaratar costes mermando en lo posible los sueldos, las aportaciones fiscales y las cotizaciones sociales. En muchos casos se ha llegado, incluso, a colaborar con gobiernos y políticas dictatoriales haciendo cuestionarse el respeto de estas empresas a los derechos humanos mas fundamentales. En la consecución de su único objetivo no han excluido ningún medio y con frecuencia han recurrido a la promoción de guerras y conflictos inter-étnicos, a la violación de los derechos laborales, a la degradación del medio ambiente, a la corrupción de funcionarios para apoderarse de servicios públicos mediante privatizaciones fraudulentas, a la monopolización de los medios de comunicación, a la corrupción de elites políticas, intelectuales y de la sociedad civil y a la financiación de golpes de estado, de dictaduras y a otras actividades criminales.

La política de inversiones en Sudamérica que comenzaron las empresas españolas con el beneplácito de los gobiernos socialistas todavía se recrudeció mas con el gobierno de José María Aznar. Su enfrentamiento con sus socios europeos y su acercamiento a la política norteamericana le dio mayor margen de maniobra en América Latina. Esta política se concreta en la llamada Fundación Carolina, nacida en el año 2000, y que agrupaba a las 24 multinacionales españolas mas importantes. La mayoría de ellas habían nacido como empresas públicas y en los últimos años habían sido privatizadas. Pertenecían a todos los sectores económicos y tomaron posiciones en casi todos los países de la región. Son muchas las empresas españolas que comenzaron de nuevo el viaje en busca del Nuevo Mundo. Si la devastación sufrida por parte de los europeos del Renacimiento, a la que hace referencia Galeano, fue el comienzo del desangramiento sudamericano, esta nueva oleada puede suponer la puntilla. Veamos en qué sectores las multinacionales españolas han hincado el diente y quiénes son los vampiros ávidos de sangre.

UN CASO PRÁCTICO: ENDESA Y EL SECTOR ELÉCTRICO:

Endesa es una de las mayores compañías de electricidad de Europa y es el líder en el mercado español y en varios países de Latinoamérica. Fundada en 1944 como una empresa estatal para la producción de energía, fue privatizada en 1998. En la actualidad, Endesa sirve a más de 22 millones de clientes de electricidad y gas a nivel mundial, emplea a más de 27.000 trabajadores y cuenta con ingresos en torno a los 18.000 millones de euros. En manos de grandes corporaciones bursátiles (Cajamadrid, Chase International...) se encuentra actualmente su accionariado revuelto tras la reciente OPA hostil lanzada por Gas Natural que, por cierto, está en manos de Repsol-YPF y La Caixa.

Durante el año 2004 tuvo unos beneficios netos de 1.379 millones de euros, aumentando el 5,1% con respecto al año anterior. Su presencia en Latinoamérica se plasma en la empresa Endesa Internacional y asume la gestión de un amplio número de empresas, principalmente Enersis, Endesa Chile y Chilectra (en Chile); Edesur, Costanera, Dock Sud y El Chocón (Argentina); Cien, Endesa Fortaleza, Ampla y Coelce (Brasil); Emgesa y Codensa (Colombia); o Edegel y Edelnor (Perú).

A pesar de que la entrada de la multinacional en la zona conllevó un incremento de la potencia instalada y del índice de electrificación también ha tenido en los últimos años sus peros. Así, la historia de ENDESA-España en Chile comienza cuando ésta llegó a un acuerdo financiero con un grupo chileno que representa los más turbios intereses de la burocracia estatal bajo la dictadura militar de Pinochet. El Estado enajenó el patrimonio público y estos gestores del aparato burocrático estatal aparecían como los únicos beneficiarios en múltiples sociedades donde se hacían responsables de toda la gestión del patrimonio y a su vez adquirían pequeños paquetes de acciones. El Estado chileno, por su parte, interviene siempre a favor de los empresarios y en contra de los pueblos originarios. Los gaseoductos tendidos en el norte de Chile, que se llevan los recursos mineros sin pagar impuestos, se han construido destrozando cementerios indígenas, petroglifos milenarios y sitios sagrados de las distintas culturas precolombinas.

Su actividad en Perú también ha provocado grandes polémicas ya que la concentración del mercado entró en conflicto con las leyes aunque el estado facilitó su privatización otorgando impunidad a la multinacional aunque vulnerando el principio de igualdad ante la ley. La primera actuación fue el despido de trabajadores, primeros los afiliados al sindicato mas importante, y la firma de contratos individuales para evitar la negociación colectiva. Finalmente la mayoría de actividades se subcontrataron evitando responsabilidades derivadas del riesgo eléctrico en el trabajo.

Luis Miguel Busto Mauleón

www.rebelion.org

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